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Desde la pirámide de Keops hasta la pirámide de Pei
Conocer personalmente la mejor arquitectura del mundo sólo te trae ventajas
Arq. Harry Orsos Tweet
En todas las facultades de arquitectura del mundo, los docentes les explican a sus alumnos que la experiencia de recorrer cada obra arquitectónica es irremplazable como fuente de aprendizajes valiosísimos.
Es completamente cierto: ni las mejores fotos de edificios que se nos presentan en libros, revistas y conferencias -o en nuestras pantallas- pueden lograr que nos hagamos una cabal idea de éstos.
Una imagen del ángulo más fotogénico de una obra maestra de la arquitectura en su mejor momento se vuelve icónica y consigue deslumbrarnos, pero no nos permite hacernos una idea de cómo la luz va modificando su percepción a lo largo del día, ni de cómo la ha tratado el clima característico de cada estación al que está expuesta, o qué tan bien ha respondido a las necesidades de sus usuarios en el curso de los años.
In situ, estos “secretos” -cuya importancia es decisiva si queremos hacer buena arquitectura- nos son revelados.
Me consta que arquitectos y estudiantes de arquitectura de todo el mundo tienen clarísima esta idea y la ponen en práctica con tanta intensidad como les es posible, conscientes de que esta experiencia fortalecerá sus capacidades profesionales. Incluso si no sea algo por lo que a uno le dan un diploma, ni algo que las Facultades exigen para graduar a sus egresados.
En el Primer Mundo en general, pero en Europa en particular, hay tal densidad de obras maestras de la arquitectura que les quedan relativamente cerca que los arquitectos y estudiantes de arquitectura efectivamente invierten buena parte de su tiempo y dinero en visitarlas, porque saben que se están equipando con un activo que los pone por encima de aquellos colegas que se permiten desestimar esta práctica.
En América Latina una ínfima minoría procura aprender de arquitectura experimentando “en directo” las obras maestras que están a su alcance, porque no son tantas y las distancias entre unas y otras son mucho mayores que en Europa.
Así que hemos terminado por no considerarlo importante.
¡ Pero vaya si vale la pena !
Éstas son algunas de las obras maestras de la arquitectura que he conocido personalmente.
Las Exposiciones Universales son una vitrina que concentra la arquitectura más creativa, más avanzada y del más alto nivel de la que es capaz esta profesión en un determinado momento histórico.
La primera a la que asistí fue la EXPO’92 en Sevilla.
Aprendí tanto que no hubiera podido aprender en ninguna otra parte de ninguna otra manera que me pareció evidente que no me podía perder las Exposiciones Universales de Hannover en el 2000 y de Milán en 2015.
Y, entre ambas, fui al “Fórum Universal de las Culturas”
en Barcelona 2004, que era prácticamente una Exposición Universal excepto por el nombre.
La globalización ha permitido que en el Perú algunos de los estudios de arquitectura más reconocidos del mundo hayan diseñado edificios de un altísimo nivel.
Hace no muchos años atrás, si querías comprobar personalmente el valor excepcional de una obra diseñada por uno de estos arquitectos tenías que viajar a Miami, Philadelphia, París, Viena o Mönchengladbach. Yo mismo así lo hice.